
En un contexto desestabilizado y en permanente cambio, el Estado, la escuela y la familia, hayan fragilizada su función, ya no contienen lo que antes contenían, consolidaban y ayudaban a producir: la formación de un sujeto con herramientas para la socialización, para "la producción de algún sentido para la vida". (Bleichmar, 2008)
Cuando se habla de violencia contra las infancias se hace referencia a todos los abusos y desatenciones de las cuales son objeto los niños, niñas y adolescentes (NNyA). En dichas violencias se incluyen los maltratos físicos o psicológicos, el abuso sexual en todas sus formas, la negligencia y explotación comercial, o cualquier maltrato que causen daño en la salud, desarrollo o dignidad, o poner en peligro su supervivencia (OMS, 2016).
Las ciencias forenses en la investigación de las violencias contra las infancias
En el desarrollo de una investigación pericial en casos de violencia contra las infancias, es fundamental incorporar una perspectiva de género, dado que muchas de estas violencias se producen en el ámbito intrafamiliar y están atravesadas por relaciones de poder desiguales que afectan de manera diferencial a niñas, niños y adolescentes.
La Psicología Forense, la Criminalística, la Medicina Legal, entre otras, son disciplinas necesarias para la resolución de casos donde se vulneran a las infancias, ya sea mediante la investigación de un abuso sexual, un secuestro con fines de trata y/o explotación, torturas o un asesinato. Tales disciplinas, y en forma interdisciplinaria, otorgan conocimientos, métodos y prácticas para la detección, prevención y actuación contra estas violencias.
El maltrato hacía las infancias no es un fenómeno simple, sino un problema que se torna complejo, por esa razón se requiere un enfoque multidimensional e interdisciplinario ya que la implicación de todos los organismos relacionados y una mayor sensibilidad social podrían otorgar investigaciones más integrales y con ello también una mejor prevención (Millan et al, 2006).
Victimología en las infancias
Según Millán et al (2006, pp 9-10) en los Cuadernos de Medicina Legal contemplan una clasificación de tipologías de la violencias en 3 figuras:
Victimizaciones extraordinarias: Les suceden a un número muy reducido de NNyA, pero atraen mucho la atención -y siempre ha sido así-. Estas victimizaciones incluyen los homicidios, secuestros y violaciones a manos de extraños/as.
Victimizaciones agudas: Son más frecuentes; les pasan a una minoría considerable de NNyA y cada vez se les presta más atención. Entre ellas figuran el maltrato físico activo, el abandono o negligencia como maltrato físico pasivo o por omisión, el maltrato emocional, el secuestro familiar y el abuso sexual.
Victimizaciones pandémicas: Les ocurren a la mayoría de los NNyA en el curso de su desarrollo. Incluyen la agresión a manos de iguales y de hermanos/as, el castigo físico, el hurto y el vandalismo.
Signos indicadores de maltrato
En las distintas actividades y disciplinas que impliquen una investigación se pueden encontrar una gran variabilidad de indicadores relacionados con las diferentes modalidades de violencia contra las infancias. Dichos indicadores pueden ser aportados por NNyA, por las personas adultas que los acompañan, por las exploraciones clínicas, etc.
Siempre debe ser importante dejar lugar al relato espontáneo de los/as vulnerados/as para construir el diagnóstico sospechado. En algunos casos la sola presencia de un indicador será suficiente para confirmar una sospecha diagnóstica. En otras situaciones se tendrá que recurrir a la asociación de indicadores o la persistencia en el tiempo de los mismos (Ministerio de Salud de la Nación, 2015).
La ESI como herramienta de prevención en las violencias contra las infancias
El Ministerio Público Tutelar (2020) realizó un estudio que reveló que entre el 70% y 80% de NNyA de entre 12 y 14 años que pasaron por la Sala de Entrevistas Especializada del organismo, comprendieron que fueron abusados/as después de haber recibido clases de Educación Sexual Integral en las escuelas.
La asesora General Tutelar, Yael Bendel, remarcó que la ESI les dio información para comprender que fueron vulnerados/as y, al mismo tiempo, abrió un espacio de confianza en la escuela permitiéndoles contar lo sucedido. Además, remarca la importancia de la ESI como herramienta para que los NNyA puedan identificar conductas abusivas de las que no lo son, ya que el 80% de los abusos son cometidos por familiares o conocidos.
Derecho a la ternura en palabras de Fernando Ulloa: “La ternura es lo antitético de la crueldad. Se piensa que es un sentimiento medio blandengue, pero en un escenario cultural, la ternura es un formidable dispositivo donde se estructura la condición ética del sujeto/a. La ternura significa brevemente tres cosas: el abrigo frente a los rigores de la intemperie, el alimento frente a los rigores del hambre y el trato justo”.
La ternura como miramiento y cuidado de uno/a mismo/a, de los/as otros/as, del medio ambiente. Un escudo para “mantener a raya” a la crueldad que en estas épocas se va colando en las subjetividades, intentando ser el “leimotive” de nuestro zeigeist, espíritu de época; a través de diferentes mecanismos (discursos de odio, medios de comunicación y redes sociales, acciones cotidianas, embestidas contra la cultura y sus diversas manifestaciones, etc).
¿Se puede hacer algo? ¿Algo diferente? Una pregunta que recorre todos los hogares cuando los/as hijos/as se encierran y se conectan sin freno en las redes, se malhumoran, se violentan, se tornan hostiles con sus compañeros/as. Las infancias se encuentran sujetas a los valores hegemónicos del marketing y los algoritmos que hacen de los/as chicos/as marionetas de un imperialismo tecnológico. Lo que hacen es fomentar diferencias, generar tribus opuestas entre sí y “apagar el fuego con nafta”.
Está claro que criar y educar hoy es diferente, aunque no necesariamente más difícil, pero sí muy complejo y requiere de intervenciones, pensamientos y prácticas que como madres y padres, como maestros/as incluso como profesionales no nos resultan fáciles. De modo sencillo podríamos ilustrarlo así: En la película Stanno tutti bene, Marcelo Mastroianni queda al cuidado de su nieta con la indicación de su hija, madre de la criatura, de que cualquier cosa que ocurra ella se tranquiliza viendo la televisión. La cámara muestra la expresión feliz de la niña de unos 8 meses hasta que se produce un cortocircuito y la televisión se apaga. Ahí la cámara nos muestra la bebé llorando desconsoladamente hasta que nuevamente y casi por arte de magia vuelve a estar sonriente, casi hipnotizada. En ese momento la cámara se aleja y nos muestra que su abuelo la había puesto frente al lavarropa que giraba sin cesar. El problema no son los lavarropas, no son los celulares, aunque también lo son, no son las redes aunque también lo son, es el tiempo que no sabemos cómo compartir y dedicar para una crianza que se alimenta de él, de tiempo donado tal como decía María Elena Walsh como cuando uno dona tiempo para leerle un cuento a un niño/a. Sin ese tiempo podrá haber muchas redes “sociales” en la vida de los/as adolescentes, pero así, ellos/as, van a estar, a quedar sin red.
La mirada que forma o deforma La serie Adolescencia (Netflix, 2025) nos enfrenta con una pregunta incómoda pero urgente: ¿Qué pasa cuando los/as adultos/as dejamos de mirar a los/as adolescentes? En el relato de Jamie, un chico de 13 años involucrado en un hecho delictivo, se despliega con crudeza lo que puede ocurrir cuando la función materna y/o paterna se ejerce de forma ausente, fragmentada o indiferente. No necesariamente desde la acción sino desde la omisión, desde una presencia que no contiene ni reconoce. En el plano psíquico, la mirada, esa forma de ser visto, registrado y sostenido, organiza. Estructura el "quién soy" en el/la adolescente. Cuando esa mirada falta, o se vuelve juzgadora, indiferente o puramente funcional, se instala un vacío que muchas veces se busca llenar con lo primero que aparece: redes, ideologías, grupos o conductas que prometen pertenencia y es en esa búsqueda desesperada por ser mirado/a que puede aparecer lo peor.
Lo que la serie deja entre(ver) es que no mirar también es una forma de maltrato; que la función parental, cuando se ejerce, no sólo pone límites o provee sustento, sino que sobre todo ofrece un espejo donde el/a adolescente pueda verse sin miedo, con valor, con sentido. Es por tanto que en tiempos donde lo digital interpela cada construcción subjetiva, el desafío para madres, padres y cuidadores/as no es sólo estar, sino mirar con presencia, acto que implica mirar con disponibilidad psíquica, mirar con deseo de comprender, de sostener, de significar… Porque la mirada que funda subjetividad no es la que vigila, sino la que aloja.